Los Mariscos y los Genitales

Como buen viñamarino siempre he disfrutado los deliciosos productos del mar. Inolvidables son esos sábados de juventud cuando a media mañana íbamos a la feria a comprar sabrosos moluscos. Me acuerdo que en una tremenda olla se tiraban toda clase de animalejos, entretenidos tanto por su forma como por su color. Después de un rato estábamos todos juntos en la mesa con todas las manos cochinas de tanto abrir y romper crustáceos. Pero lo comido y lo bailado hacía que valiera la pena… hasta que un día tuvimos la buena idea de salir a comprar sin habernos informado cómo estaba el mar. Lo que no sabíamos era que había marea roja y después andábamos todos sacando número para ir al trono, su buena indigestión y el dolor de guata que no te explico.

Hoy venía escuchando la radio y estaban hablando sobre la divertida relación que hay entre los nombres, formas y olores de los mariscos con los genitales tanto masculinos como femeninos. Es verdad, cuando uno lo piensa, ni a nivel de carne, ni de verduras, ni de frutas se produce una asociatividad más sexuada del asunto. Ni hablar de los olores… así como nosotros debemos aguantar que a nuestro vilipendiado órgano se le compare con plátanos y chorizos, las mujeres deben soportar un buen número de comparaciones con los moluscos y mariscos, quien no haya sentido algún aroma similar que lance la primera piedra... A fin de cuentas, y retomando el inicio de esta historia, podemos ver como los mariscos siempre estarán en nuestras vidas… y no precisamente como alimento