La Naturaleza de la Ley
Hayek nos plantea que “la ley entendida como norma de conducta obligatoria, es sin duda, coetánea de la sociedad, pues sólo la observancia de normas comunes permite la existencia pacífica del individuo en comunidad” (Derecho, Legislación y Libertad, Friedrich Hayek, pág. 118, Union Editorial S.A., 1973). A partir de esta concepción, se puede señalar que la ley es una conducta obligatoria en tanto tiene por objeto lograr la convivencia pacifica de los individuos dentro de una comunidad. El que sea obligatoria dice relación con que la ley se encuentra estructurada a partir de aquellos principios que aquél que detenta el poder – sea éste la comunidad organizada, el monarca, un grupo de ‘los mejores de la sociedad’ o aristócratas – considera como fundamentales para regular la interrelación de los individuos que la componen, a tal punto, que el incumplimiento de dichos principios, necesariamente acarreará una consecuencia negativa para el infractor.
Hayek entiende que la existencia de conductas obligatorias es coetánea a la sociedad, puesto que el que exista un consenso dentro de la sociedad para establecerlas y cumplirlas, permite que las relaciones entre los individuos sea pacífica. Es decir, al imponerse ciertas conductas que rigen la vida de los individuos, la sociedad busca lograr un margen de igualdad entre sus miembros y proscribir así, la situación fáctica que se presenta cuando uno de ellos pretende imponerle a los otros su voluntad o capricho por el sólo hecho de encontrarse en una situación privilegiada o ser más fuerte. Es necesario aclarar que el hecho de que en las comunidades los hombres se comporten de acuerdo a las normas que rigen la sociedad, no corresponde únicamente al temor que el individuo siente frente a una eventual sanción por parte del resto de la comunidad.
Otras razones que justificarían la adecuación de las conductas de los individuos a estas normas, sería que el cumplimiento de las mismas implica una mayor facilidad para que el individuo logre sus objetivos propuestos. En este contexto, norma significa simplemente la existencia de una propensión o una disposición a obrar o a dejar de obrar de cierta manera y que se traduce en lo que solemos denominar práctica o costumbre.
Toda convivencia, desde la más elemental e irreducible, que es la formada por el núcleo familiar, hasta la sociedad civil entera, pasando por la basta gama de las sociedades intermedias en que los hombres se agrupan de acuerdo con sus particulares intereses e ideales, requiere una adecuada ordenación de las relaciones de unos con otros. La convivencia implica, inevitablemente, limitaciones en la esfera de la libertad y de poder de cada cual, ajustes de los individuos entre sí y de éstos con las sociedades intermedias y con la comunidad en general, rozamientos, divergencias y conflictos que es necesario prever y evitar. El mantenimiento y progreso de la vida en común, exige que la conducta de los asociados se regule por un poder superior a las voluntades individuales, en forma armónica, pacífica, recíprocamente respetuosa, pues, de los contrario, la convivencia se haría perjudicial y aún imposible.
Así podemos sostener que una acción orientada al logro de un fin concreto –amparada en una norma fáctica- da por supuesto que el objetivo es conocido por quien actúa. Por otro lado, en la acción que se encuentra gobernada por normas normativas, el actor ignora muchas veces las razones por las cuales su comportamiento se encuentra regulado de una forma determinada. No obstante, el individuo tiene conciencia de que actuando conforme a esta regulación, está ayudando a la supervivencia de la comunidad como grupo en el que los hombres se relacionan entre sí. El problema se produce cuando el individuo no actúa conforme a esta regulación... adonde llegamos?
Hayek entiende que la existencia de conductas obligatorias es coetánea a la sociedad, puesto que el que exista un consenso dentro de la sociedad para establecerlas y cumplirlas, permite que las relaciones entre los individuos sea pacífica. Es decir, al imponerse ciertas conductas que rigen la vida de los individuos, la sociedad busca lograr un margen de igualdad entre sus miembros y proscribir así, la situación fáctica que se presenta cuando uno de ellos pretende imponerle a los otros su voluntad o capricho por el sólo hecho de encontrarse en una situación privilegiada o ser más fuerte. Es necesario aclarar que el hecho de que en las comunidades los hombres se comporten de acuerdo a las normas que rigen la sociedad, no corresponde únicamente al temor que el individuo siente frente a una eventual sanción por parte del resto de la comunidad.
Otras razones que justificarían la adecuación de las conductas de los individuos a estas normas, sería que el cumplimiento de las mismas implica una mayor facilidad para que el individuo logre sus objetivos propuestos. En este contexto, norma significa simplemente la existencia de una propensión o una disposición a obrar o a dejar de obrar de cierta manera y que se traduce en lo que solemos denominar práctica o costumbre.
Toda convivencia, desde la más elemental e irreducible, que es la formada por el núcleo familiar, hasta la sociedad civil entera, pasando por la basta gama de las sociedades intermedias en que los hombres se agrupan de acuerdo con sus particulares intereses e ideales, requiere una adecuada ordenación de las relaciones de unos con otros. La convivencia implica, inevitablemente, limitaciones en la esfera de la libertad y de poder de cada cual, ajustes de los individuos entre sí y de éstos con las sociedades intermedias y con la comunidad en general, rozamientos, divergencias y conflictos que es necesario prever y evitar. El mantenimiento y progreso de la vida en común, exige que la conducta de los asociados se regule por un poder superior a las voluntades individuales, en forma armónica, pacífica, recíprocamente respetuosa, pues, de los contrario, la convivencia se haría perjudicial y aún imposible.
Así podemos sostener que una acción orientada al logro de un fin concreto –amparada en una norma fáctica- da por supuesto que el objetivo es conocido por quien actúa. Por otro lado, en la acción que se encuentra gobernada por normas normativas, el actor ignora muchas veces las razones por las cuales su comportamiento se encuentra regulado de una forma determinada. No obstante, el individuo tiene conciencia de que actuando conforme a esta regulación, está ayudando a la supervivencia de la comunidad como grupo en el que los hombres se relacionan entre sí. El problema se produce cuando el individuo no actúa conforme a esta regulación... adonde llegamos?
2 Comments:
a la misma.... no a toda la gente le gusta vivir en paz o en comunidad y hay es cuando queda la escoba pero yo siempre e pensado q es mas facil vivir y dejar vivir y como dice arjona no es bueno el que te ayuda si no el que no te molesta ...esmi humilde pensar.
tienes razón, lo ideal sería que ni un gil moleste... viviríamos en paz... pero hay tanto gil suelto en la viña del señor...
slds
rein
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