Cesantía: ¿un Problema sólo de los Jóvenes?
En un país como el nuestro, donde actualmente se propagan desde todos los sectores conceptos como la competitividad y las exacerbadas ansias consumistas, los jóvenes, que no pueden siquiera conseguir trabajo, parecen no entender eso de que Chile es una especie de “jaguar”. Recientemente el INE ( Instituto Nacional de Estadísticas ) informó sobre la tasa de un 6,6% de desempleo durante el último trimestre. Lo más preocupante es que casi el 75% de los 150 mil jóvenes desocupados, principalmente entre 15 y 24 años, no tienen completa su educación básica o media, lo que les dificulta aún más su acceso al mercado del trabajo. Incluso se da la situación de algunos mercados laborales regionales que son muy cerrados y en donde hay pocas posibilidad de encontrar trabajo, es el caso de Viña del Mar, donde en lo particular estuve por un año y medio cesante. Claramente podría haberme venido antes a Santiago o haber tomado cualquier trabajo, pero me resistía a irme a la Capital (un año más tarde me venía igual a SCL…) pero esta dificultad se presentaba en variedad de áreas, como comunicaciones, financiera, comercial etc.
Otro problema insoluble hasta el momento, es el hecho de que al menos un 3% de los jóvenes cesantes son jefes de hogar y más del 80% vive con sus padres. Éstos últimos enfrentan menor presión por incorporarse al ámbito laboral, aceptando empleos de bajas remuneraciones y bajas expectativas. Sin embargo, muchos de ellos permanecen en su hogar porque no pueden conseguir trabajo, y este hecho redunda en un mayor costo social. El joven debe enfrentarse a hechos como la discriminación por la edad que existe en el mercado laboral chileno, ya que muchas empresas piden como requisito tener 21 ó 22 años, primero por desconfianza en la responsabilidad que pueda tener un adolescente, y segundo por su falta de experiencia .
Para muchos, el problema se agrava si se consideran otras variables como la acción del gobierno, el cual, para muchos, no ha implantado las políticas de capacitación y de recreación necesarias para este tipo de eventualidades. En Chile, existen razones estructurales que justifican este hecho, como la incapacidad del sistema educacional para garantizarles el término de sus estudios, y los problemas culturales que se presentan tanto en empresarios como en la propia juventud. Por otro lado, esa falta de educación no sólo juega en contra de los jóvenes al tratar de conseguir un trabajo, ya que una vez que lo consiguen, son víctimas de empleadores inescrupulosos que a sabiendas de la condición de su empleado, no formalizan la relación laboral mediante un contrato escrito, además del no cumplimiento de la jornada de trabajo de 48 horas semanales, haciéndolos trabajar horas extras sin pagarles lo que realmente corresponde. La distribución de las jornadas de trabajo, el pago de horas extraordinarias, el libro de asistencia y el control de esa asistencia, el descanso dentro de la jornada, son los otros aspectos que generalmente aparecen vulnerados. Esperemos que con la nueva ley de subcontratación se regularicen estos vicios y al menos tengan una mayor seguridad y respaldo.
Desde un punto de vista sociológico, y partiendo de la base que el trabajo es parte de la identidad de cada uno, ya que a través de él las personas pueden realizarse, los jóvenes al no encontrar espacios en el mundo laboral, rápidamente se vinculan al ocio, lo que destruye su identidad e incluso la relación con el resto de la sociedad. De aquí en adelante comienzan los submundos con grupos de jóvenes en similares condiciones, quienes -ante la falta de expectativas- no tardan mucho en incurrir en el alcoholismo, drogadicción y posiblemente la delincuencia. Lo más importante de esta situación, es su vinculación con las estadísticas relacionadas con la delincuencia. Según un estudio de la Fundación Paz Ciudadana, se estableció que más de un 70% de los robos son cometidos por jóvenes entre 15 y 29 años, y cerca de un 80% de esos infractores de la ley no tiene educación media. Este grave problema de desocupación y falta de oportunidades para los jóvenes, parece ser el reflejo de una sociedad que privilegia el individualismo, el consumismo y el exitismo en desmedro de los intentos colectivos por avanzar en un mismo sentido.
Otro problema insoluble hasta el momento, es el hecho de que al menos un 3% de los jóvenes cesantes son jefes de hogar y más del 80% vive con sus padres. Éstos últimos enfrentan menor presión por incorporarse al ámbito laboral, aceptando empleos de bajas remuneraciones y bajas expectativas. Sin embargo, muchos de ellos permanecen en su hogar porque no pueden conseguir trabajo, y este hecho redunda en un mayor costo social. El joven debe enfrentarse a hechos como la discriminación por la edad que existe en el mercado laboral chileno, ya que muchas empresas piden como requisito tener 21 ó 22 años, primero por desconfianza en la responsabilidad que pueda tener un adolescente, y segundo por su falta de experiencia .
Para muchos, el problema se agrava si se consideran otras variables como la acción del gobierno, el cual, para muchos, no ha implantado las políticas de capacitación y de recreación necesarias para este tipo de eventualidades. En Chile, existen razones estructurales que justifican este hecho, como la incapacidad del sistema educacional para garantizarles el término de sus estudios, y los problemas culturales que se presentan tanto en empresarios como en la propia juventud. Por otro lado, esa falta de educación no sólo juega en contra de los jóvenes al tratar de conseguir un trabajo, ya que una vez que lo consiguen, son víctimas de empleadores inescrupulosos que a sabiendas de la condición de su empleado, no formalizan la relación laboral mediante un contrato escrito, además del no cumplimiento de la jornada de trabajo de 48 horas semanales, haciéndolos trabajar horas extras sin pagarles lo que realmente corresponde. La distribución de las jornadas de trabajo, el pago de horas extraordinarias, el libro de asistencia y el control de esa asistencia, el descanso dentro de la jornada, son los otros aspectos que generalmente aparecen vulnerados. Esperemos que con la nueva ley de subcontratación se regularicen estos vicios y al menos tengan una mayor seguridad y respaldo.
Desde un punto de vista sociológico, y partiendo de la base que el trabajo es parte de la identidad de cada uno, ya que a través de él las personas pueden realizarse, los jóvenes al no encontrar espacios en el mundo laboral, rápidamente se vinculan al ocio, lo que destruye su identidad e incluso la relación con el resto de la sociedad. De aquí en adelante comienzan los submundos con grupos de jóvenes en similares condiciones, quienes -ante la falta de expectativas- no tardan mucho en incurrir en el alcoholismo, drogadicción y posiblemente la delincuencia. Lo más importante de esta situación, es su vinculación con las estadísticas relacionadas con la delincuencia. Según un estudio de la Fundación Paz Ciudadana, se estableció que más de un 70% de los robos son cometidos por jóvenes entre 15 y 29 años, y cerca de un 80% de esos infractores de la ley no tiene educación media. Este grave problema de desocupación y falta de oportunidades para los jóvenes, parece ser el reflejo de una sociedad que privilegia el individualismo, el consumismo y el exitismo en desmedro de los intentos colectivos por avanzar en un mismo sentido.
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